Os dejamos un post de Manuel Gutierrez de Diego: Consultor con amplia experiencia en las áreas de Comunicación, Gestión del Conocimiento y Formación y cofundador del proyecto Socialnautas.es
Vivimos en un mundo conectado que ha transformado muchas cosas. Ya en 1.999The Cluetrain Manifesto nos decía a nosotros, ciudadanos de la Tierra, que el mercado son conversaciones en las que participan personas. Y que esas personas, al conversar y compartir ideas y conocimiento, son mucho más inteligentes que todas las corporaciones que operan en el mercado intentando crear mensajes de manera unidireccional.
El mundo se ha vuelto más plano, más cercano. La Tecnología y la amplia difusión de Internet han permitido que la Globalización sea más que un mero concepto socioeconómico creado en el siglo XX, cuando se ponía el acento sobre todo en los flujos de bienes, servicios y capital.
Hoy ya no hay fronteras para todas esas variables, de eso no hay duda. Pero prácticamente han desaparecido también las fronteras para las personas (porque la necesidad mueve hasta las más sólidas barreras), y sobre todo para el conocimiento. La red ha representado una verdadera revolución, un cambio radical: en un mundo permanentemente interconectado y complejo, la información inunda nuestras vidas y el conocimiento está accesible a un solo clic desde cualquier lugar del planeta.
En ese contexto, el capital humano y las tecnologías que permiten a las personas y las organizaciones conectar entre sí, compartir su talento, sus ideas, su conocimiento y su experiencia, se han convertido en las palancas de la innovación sostenible, la única receta que podrá ayudarnos a superar una de las crisis económicas más profundas de nuestra historia.
Hoy, la velocidad y la complejidad se han convertido en las características más importantes de las operaciones que se realizan en los mercados. Las nuevas tendencias se generan durante la noche en el otro hemisferio, mientras dormimos. Los modelos de negocio cambian vertiginosamente y la necesidad de ver más allá de los límites de una organización o de todo un país son hoy más necesarios que nunca. Las cadenas de valor clásicas y de carácter lineal de todas las industrias se han transformado en un contexto en el que la mayoría de las empresas son conscientes de que el futuro pertenece a las empresas que trabajen en modelos en red, donde los procesos que giran en torno a la colaboración superan al viejo concepto de la simple transacción. En definitiva, las empresas verticales ya no funcionan en un mundo globalizado en el que la competencia puede llegar desde cualquier rincón del planeta y donde ya no existen mercados cautivos. En esas circunstancias, el conocimiento es la clave para crear nuevos productos y servicios diferenciales. Y el uso de las redes permite profundizar en la relación con el cliente para entender adecuadamente sus necesidades.
Y es que la nueva Economía del Conocimiento que estamos viviendo en este siglo XXI es una economía de redes, en la que el conocimiento es la palanca de la transformación. Ahora las redes no son una variable exógena más del modelo; antes bien, son una parte intrínseca del mismo, tanto en su gestión como en su desarrollo. De hecho, es en las redes de empresas y de personas que interactúan, comparten y colaboran, donde se están gestando las principales innovaciones de nuestro tiempo y donde ocurrirán las grandes transformaciones de nuestra sociedad en los próximos años.
En resumen, vivimos en un mundo en el que el cambio es constante. La respuesta a ese cambio, en forma de innovación debe ser también constante. Innovación basada en el talento, en el conocimiento, en la sabiduría colectiva capaz de generar ideas que transformen nuestra sociedad. Cada país, cada organización, deben aprovechar el conocimiento de las personas que los conforman, el conocimiento atesorado durante años de experiencia, y emplearlo para generar nuevos conocimientos, afrontar los retos actuales y aprovechar las oportunidades del futuro a partir de la innovación constante.
En palabras del profesor Ikujiro Nonaka, “(…) en una economía cuya única certidumbre es la incertidumbre, la mejor fuente para obtener ventajas competitivas duraderas es el conocimiento. Cuando de la noche a la mañana cambian los mercados, proliferan las tecnologías, se multiplican los competidores, y los productos quedan obsoletos, sólo alcanzarán el éxito las empresas [yo añado a los países] que de un modo consistente creen nuevo conocimiento, lo difundan por toda la empresa y lo incorporen rápidamente a las nuevas tecnologías y productos. Ésas son las actividades que definen a la empresa «creadora de conocimiento», donde todo el negocio gira sobre la innovación continua”.
En el próximo artículo de estas ideas sobre Gestión del Conocimiento 2.0analizaremos el papel clave del conocimiento en el centro del proceso del negocio y como apuesta de diferenciación, valorando la importancia de las redes y de la filosofía web 2.0.
Sobre el autor: Manuel Gutierrez de Diego
@mangut