ARTÍCULO PROPORCIONADO POR EOI
Escuela de Organización Industrial
Hace unos días el diario NY Times prohibió a sus periodistas usar la palabra “tweet” (publicación o actualización en la red social Twitter) en sus artículos y publicaciones. Exceptuando “el sentido ornitológico”, claro, ya que “tweet” en inglés significa piar. El medio califica el término como un coloquialismo, neologismo y jerga, que no forma parte de la lengua inglesa estándar, y propone como más adecuado lingüísticamente recurrir a expresiones como “decir en twitter” o “difundir a través de twitter”. Esta decisión ha sido muy comentada en otros medios y a través de las redes sociales, donde ha recibido numerosas críticas que acusaban al medio de purista.
Dada la flexibilidad del inglés, su facilidad para absorber nuevos términos y adaptar su normativa con rapidez a los cambios en el uso, es posible que “tweet” esté pronto en el inglés estándar. Ya lo está “google” como verbo. Pero sea o no aceptado por la normativa, este uso de un término derivado de una red social concreta es sintomático de un fenómeno más amplio.
Hace unas semanas, en el Congreso de Community Managers Nonick, tuve la oportunidad de oír de cerca a Jennifer Preston, Social Media Editor del medio que se ha mantenido como un referente en comunicación desde 1851. La principal diferencia entre entonces y ahora, incidió Preston, es que los lectores son parte de la conversación y por eso el NY Times “quiere que todos sus periodistas sean usuarios de Social Media”. Porque las redes sociales, destacó, “son una poderosa herramienta, que aplicada a la comunicación ayuda a multiplicar el impacto de las publicaciones y la interacción con los lectores, pero sólo eso: herramientas”. Sin embargo hoy, más que nunca, el medio es en gran medida el mensaje.
Con el aumento del acceso a Internet y las tecnologías de la información y la comunicación en los últimos años, las herramientas han ido cambiando a un ritmo cada vez más rápido, adquiriendo un protagonismo que en poco tiempo es sustituido y que deja su huella también en nuestro lenguaje. Twitter puede asentarse y terminar instalándose definitivamente en nuestro idioma, pero también podría ser sustituida por otras redes sociales en los próximos años. ¿Deben las tendencias en materia de tecnología modelar la velocidad a la que cambia nuestro lenguaje?