Hace unos días, una persona recién conocida me comentó una cosa curiosa. Hablando sobre Redes Sociales e Internet, él comentó que era usuario habitual de la red pero no lo era de las redes sociales. No era un nativo digital pero tampoco era excesivamente mayor, tendría mi misma edad, es decir unos 35-38 años. Le pregunté que por qué no las usaba y me comentó que le gustaría utilizarlas, pero que debido al puesto que tenía y a su posición, no era conveniente. Tenía un perfil creado en Facebook, pero sin foto y sin darle apenas uso. Intrigado, le pregunté que a qué se dedicaba. Era entrenador de fútbol de un equipo de 2ª B en una ciudad pequeña. Es decir, era conocido en esa ciudad y en los ambientes futbolísticos. Y no era la primera vez que los periodístas habían intentado conocer información acerca de él que pudiera perjudicarle. Y tampoco olvidemos a los fanáticos del fútbol, que tampoco perdonan una.
Por todas estas razones me reconoció que él no podía tener una vida pública normal en Facebook. Si colgaba una foto simplemente tomándose una cerveza en un bar podría ser utilizada en su contra. En efecto es un hombre responsable pero inteligente. Es más, el mismo pilló a uno de sus futbolistas que no había ido a entrenar, alegando que estaba enfermo, debido a que colgó fotos estando de fiesta en su perfil.
Este entrenador podría tener una presencia normal en Facebook si se hiciera un uso correcto de esta herramienta por parte de los demás.
Algunos puntos en común tiene esta historia con la de la chica canadiense que llevaba más de un año de baja y su compañía de seguros le ha cortado la prestación debido a que la chica colgó fotos en Facebook de las vacaciones que había disfrutado mientras estaba de baja. El caso ha pasado a los tribunales pues ella alega que fué su propio médico el que la recomendó irse de vacaciones.
Es evidente que todos estos problemas no se darían si estas personas dotaran a su perfil de mayor privacidad y restringieran a quienes agregan como amigos, en el caso de Facebook por ejemplo, donde solo pueden visitar tu perfil aquellos a los que has agregado. Pero desde mi punto de vista el problema no es ese. El problema no es de las personas que están desarrollando una vida social en Internet. La culpa es de aquellas personas o empresas que utilizan esa información de mala manera, de forma interesada, para perjudicar al usuario.
Estos son algunos de los casos, pero se me ocurre que ex-novios con mala leche, amigos cabreados o rivales en el ámbito profesional también podrían sacar provecho de esos datos. Sin olvidar la práctica cada vez más extendida de las empresas que buscan candidatos para un puesto y que antes de decidirse visitan sus perfiles en redes sociales, práctica con la que no estoy para nada de cuerdo, ya que la vida privada es una cosa, y como vaya a ser su rendimiento profesional es otra.
Por lo tanto, los usuarios de redes sociales están obligados por todos estos hechos a proteger su privacidad, no porque lo que estén haciendo sea malo, sino por el mal uso que otros puedan hacer de ello. Eso o llevar dos vidas en la red.
2 Comentarios
El problema no es sólo a la gente que agregas, sino la posible traición por alguien agregado. Puedes admitir sólo a amigos o personas conocidas pero ¿quién te dice que cualquiera de ellas un día no va a traicionarte sacando fotos de ahí? Debería haber una legislación al respecto. Eso o la imposibilidad de cortar fotos sin permiso explícito del dueño de la misma.
Si, también lo comento en el artículo, pero eso es como la vida real, nadie está a salvo de las traiciones…